Vida Cristiana

El mejor día de la semana: 5 razones por las que amo el domingo

Un domingo temprano, entré en la habitación de mi hija de dos años y la levanté de la cama. Apenas estaba despierta. Mientras la llevaba al cambiador, le susurré: «Pequeña, hoy vamos a ir a la iglesia».

Se le iluminaron los ojos, soltó un gran suspiro y exclamó: «¿Voy a ver mis amigos allí?». Le respondí: «Sí, hoy vas a ver a tus amigos». «¡Papá, me encanta la iglesia!», dijo. «Sí, pequeña, a mí también».

Obviamente, mi hija no entiende del todo por qué nos reunimos regularmente como iglesia local, pero entiende el entusiasmo. Ella ha probado lo dulce que es cuando los cristianos se reúnen para adorar.

Por qué amo los domingos

Durante muchos años, he sido conocido por decir que los domingos son mi día favorito de la semana. Como pastor, he dicho esto a mi congregación en repetidas ocasiones. ¿Por qué amo los domingos? Es muy sencillo: El domingo es el día en que puedo adorar con mi familia de la iglesia, mis amigos queridos que aman al Dios que yo amo.

Por supuesto, no necesitamos un tiempo o un espacio específicos para adorar. Podemos orar solos. Podemos leer la Biblia solos. Podemos practicar varias disciplinas espirituales útiles en soledad.

Sin embargo, hay elementos de la vida cristiana que no se pueden experimentar en solitario. Don Whitney lo explica así: «La iglesia de Jesucristo no es una colección de aislacionistas… Hay un elemento de la adoración y de la vida cristiana que nunca puede experimentarse en la adoración a solas, ni observando la adoración de otros» (Disciplinas espirituales para la vida cristiana, p.122). Por eso el autor de Hebreos nos exhorta a dar prioridad a nuestras reuniones (He 10:24-25).

Anhelo que el pueblo de Dios anticipe con entusiasmo la dulzura única de reunirse con el pueblo de Dios semana tras semana

 

Las reuniones de adoración dominicales han sido importantes para los cristianos desde hace mucho tiempo. Eran normales para los primeros cristianos (Hch 20:71 Co 16:2Ap 1:10) y también eran importantes para la segunda y tercera generación (Didajé 14.1; Primera Apología de Justino Mártir 67).

Estoy agradecido de que muchos cristianos contemporáneos se reúnan cada domingo para la adoración y el compañerismo. Sin embargo, me preocupa que muchos creyentes carezcan del entusiasmo apropiado, al asistir a los servicios de la iglesia principalmente por obligación. Anhelo que el pueblo de Dios anticipe con entusiasmo la dulzura única de reunirse con el pueblo de Dios semana tras semana. Me encantan los domingos, y aquí tienes cinco razones por las que creo que tú también deberías amarlos.

1. Recibimos un anticipo de la gloria.

Amo los domingos porque me dan el mejor vistazo de la nueva Jerusalén.

Un día, Cristo regresará y viviremos juntos en esa ciudad gloriosa, la nueva Jerusalén. Cuando pensamos en esta ciudad, podemos pensar en geografía o ubicación, en calles de oro o estructuras de jaspe. Pero eso pierde de vista el punto principal.

La nueva Jerusalén es ante todo una comunidad, un pueblo perfeccionado por la obra de Cristo, que disfruta unido a Su grandeza y belleza. Cuando llegue ese día, todo el pueblo de Dios estará permanentemente reunido. Viviremos en perfecta armonía, disfrutando unos de otros y atesorando juntos a Cristo por los siglos de los siglos.

La iglesia local ofrece un anticipo. Cada domingo, cuando nos reunimos, vemos algo de lo que nos depara el futuro. Aún no hemos sido perfeccionados por Cristo, pero estamos siendo perfeccionados (Ro 8:292 Co 3:18). Cada domingo, la iglesia se parece un poco más a Jesús de lo que nos parecíamos cuando nos reunimos la semana pasada. Si el Señor lo permite, la semana que viene nos pareceremos un poco más a Él. Cada semana, me hago una mejor idea de la gloria que está por venir.

En el Antiguo Testamento, si una persona quería estar cerca de la presencia de Dios, se dirigía al tabernáculo (o, más tarde, al templo). El tabernáculo era la morada de Dios en la tierra. Pero hoy, Dios mora con Su iglesia. El escritor puritano Richard Sibbes dice que la iglesia es «el tabernáculo ahora» en esta era. «Las iglesias visibles particulares bajo pastores particulares [son] donde se establecen los medios de salvación. Las iglesias visibles particulares son ahora el tabernáculo de Dios» (A Breathing After God, [Un respiro en pos de Dios] p. 54).

2. Vemos dones espirituales expuestos.

Amo los domingos porque en ellos se exponen los dones espirituales de Dios.

Dios ha dotado a cada cristiano con habilidades espirituales (Ro 12:61 Co 12:71 P 4:10), y quiere que edifiquen el cuerpo. Algunos dones espirituales se manifiestan en contextos informales, pero otros se manifiestan mejor y con más frecuencia en el contexto de las reuniones de adoración corporativa.

La enseñanza fiel de un pastor que conoce y ama a su pueblo es la dieta más nutritiva que puede consumir un creyente

 

Cuando entro en el edificio de nuestra iglesia y me recibe Joyce, veo su don de hospitalidad. Cuando Garrett dirige nuestro ministerio de música, veo su don de exhortación. Cuando nuestros niños participan en la escuela dominical, veo el don de enseñanza de Jim. Cuando los elementos de nuestro servicio funcionan sin problemas, veo el don de administración de Phil. Después del servicio, cuando tengo una breve conversación en el pasillo con algunos miembros de nuestra iglesia, y me cuentan sobre las comidas que les llegó esa semana enviada por otros miembros, veo dones de misericordia y de dar en acción.

El domingo no es el único día en que las habilidades espirituales están en marcha, pero el domingo es el día en que puedo ver los dones más claramente.

3. Escuchamos la tan necesaria enseñanza.

Amo los domingos porque me encanta escuchar la Palabra de Dios fielmente enseñada por un pastor que conoce y ama a su congregación.

Dios ha dotado a su iglesia de maestros para servir y bendecir al cuerpo de Cristo (Ef 4:11-12). Como escribe Whitney: «La lectura bíblica y la predicación son fundamentales en la adoración pública porque son las presentaciones de Dios más claras, directas y amplias de la reunión» (Disciplinas Espirituales, p. 116).

Ciertamente, podemos encontrar buenas enseñanzas en otros contextos, pero nada puede igualar a un sermón predicado por tu pastor local, cuidadosamente adaptado a tu congregación en particular.

He hablado con muchos pastores sobre cómo sus relaciones con los congregantes dan forma a sus sermones. A menudo, cuando un pastor se prepara, le vienen a la mente los rostros de los miembros de la iglesia. ¿Por qué? Porque el pastor conoce a su gente. Conoce sus historias. Conoce sus luchas. Conoce las tentaciones a las que se enfrentan. Ese conocimiento de su congregación da forma al sermón que prepara para ellos.

La enseñanza fiel de un pastor que conoce y ama a su pueblo es la dieta más nutritiva que puede consumir un creyente.

4. Experimentamos crecimiento espiritual.

Amo los domingos porque en ellos experimento un gran crecimiento espiritual.

El crecimiento espiritual es obra del Espíritu de Dios. No podemos controlarlo ni fabricarlo. Sin embargo, el crecimiento espiritual se produce con más frecuencia —y más intensamente— en aquellos momentos en los que nos encontramos cara a cara con la bondad y la belleza de Cristo. Así que si intencionalmente nos ponemos en posiciones y lugares donde es más probable que veamos la majestuosidad de Jesús, entonces es más probable que experimentemos crecimiento espiritual.

Por lo tanto, cantamos, escuchamos testimonios, confesamos nuestros pecados, nos deleitamos en el evangelio, nos sentamos bajo una enseñanza fiel y participamos en las ordenanzas del bautismo y la Cena del Señor. En ningún otro contexto es más probable encontrar este tipo de actividades que cuando los cristianos se reúnen los domingos.

5. Recordamos que no estamos solos.

Amo los domingos porque me recuerdan que muchos otros creen en lo que yo creo y siguen a quien yo sigo.

La vida puede ser dura y solitaria. Las preocupaciones de este mundo tienen el potencial de agotarnos. En una sociedad que a menudo celebra el mal y cree en mentiras, durante la semana puede parecer que tú eres el que está loco. Pero el domingo, cuando me reúno con los creyentes para adorar, recuerdo que no estoy solo, y me siento lleno de energía.

Amo los domingos porque me recuerdan que muchos otros creen en lo que yo creo y siguen a quien yo sigo

 

En el Antiguo Testamento, Elías experimentó un profundo desánimo y angustia. Se sentía solo, como si fuera la única persona que quedaba en Israel sirviendo a Dios. Pero Dios le aseguró a Elías que aún quedaban siete mil personas que adoraban al único Dios verdadero, y se sintió muy animado (1 R 19:18). Lo mismo ocurre con nosotros cuando nos reunimos. Nos sentimos animados, refrescados y llenos de energía.

Se acerca el domingo

Esta lista no es exhaustiva. Hay más razones buenas y piadosas para esperar con entusiasmo las reuniones de adoración de los domingos.

Dios derrama abundantes bendiciones hermosas sobre aquellos que se reúnen fielmente con su iglesia local. Incluso ahora, mientras pienso en esas bendiciones, mi anticipación y emoción por el domingo están creciendo.

Alabado sea Dios, ¡el domingo se acerca!


Publicado originalmente en Desiring GodTraducido y adaptado por Eduardo Fergusson.

Kenneth E. Ortiz (ThM) es pastor principal de Horizon City Church, candidato a doctorado en el Midwestern Baptist Theological Seminary y presentador del podcast Theology for the Rest of Us.

Acerca del Autor

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